Voy a incumplir mi ofrecimiento. No del todo. No por largo tiempo. Sé que lo comprenderá y, además, lo celebrará conmigo.
Haré el relato desde el principio.
La pandemia por COVID-19 ya tenía sumida en el caos a un par de países en Europa, pero yo no me había dado cuenta de la gravedad. Estaba muy ocupada pronunciando conferencias sobre los derechos de las mujeres, y el significado profundo de la huelga de mujeres en México. Transcurría la segunda semana de marzo.
Venía de regreso de Cancún, donde había dado dos conferencias a unas 200 personas, cuando me cancelaron un foro en Chiapas, “por precaución y porque no tenemos las condiciones en el estado para hacer frente a la epidemia“, dijeron. Fue mi primera alarma.
Al llegar a casa, mi esposo sugirió que repensara mi agenda, “es muy grave”, afirmó. Fue mi segunda alarma, porque él es sereno y prudente.
Entonces lo consulté con un buen amigo médico. No dudó: “Cancela todo, quédate en tu casa y, dado que acabas de viajar, avísame de cualquier síntoma”.
Me detuve de golpe. Y presté atención. De todas las malas noticias, la que tocó mi corazón fue el duelo de miles de personas. Si yo me había sentido a la deriva tras la muerte de mi hijo, traté de imaginar lo que sería vivir el duelo en aislamiento. Y pensé que algo de lo que yo había aprendido les serviría.
Al día siguiente, en un chat, varias compañeras comenzaron a manifestar angustia, porque personas que conocían se habían enfermado. La pandemia se volvía tangible y cercana. Escribí mensajes con algo de lo que había aprendido durante la enfermedad de Alex.
Así que cuando llegó el momento de escribir mi artículo para Siglo Nuevo, casi sin pensar lo titulé: Mis claves en medio de la tormenta. Escribí sin parar. Tres horas después yo tenía 10 cuartillas y varios apuntes con frases sueltas e ideas. Me detuve para resumir y confeccionar en dos artículos parte de lo que tenía. Y ahí le ofrecí escribir una segunda parte con Mis claves para el duelo.
Las siguientes cinco semanas escribí y lloré a mares y leí mi Diario y volví a ser un alma en pena y leí los artículos que escribí para Siglo Nuevo y me volvió a doler el corazón y seguí escribiendo.
Hoy le doy la primicia. ¡Tendremos nuevo libro!: Claves para atravesar la tormenta (mis aprendizajes para vivir el duelo).
Se conforma de dos partes. La primera contiene las Claves en las que sintetizo mis aprendizajes. Y la segunda se compone de los artículos que escribí al respecto, y algunos apuntes del Diario que escribí en el hospital.
Mi hija Talía diseñó la portada y trabaja en el diseño editorial; amigas suyas hicieron las ilustraciones; mi esposo, Carlos, mi yerno, Luis, y mis amigas Lía y Celina, leyeron todo el texto, hicieron correcciones y sugerencias que, sin duda, lo enriquecieron. Así que hay mucha energía amorosa en este libro.
Por eso le decía al principio que, aunque incumpliera mi ofrecimiento, lo celebraría conmigo, porque usted ha acompañado muchas de esas letras, ha llorado conmigo y me ha abrazado.
Este nuevo libro está escrito con el ánimo de abrazar a más, a muchas más personas, a todas quienes hoy sienten angustia; pero particularmente a quienes, en pleno duelo, se sienten a la deriva.
¡El libro está en el horno para su versión electrónica! Ya les contaré los detalles.