Mi abuela usaba esa palabra cuando alguien hacía un berrinche porque algo no salía como quería. Y, en efecto, a varios señores de distintos partidos políticos recientemente les dio el supiritaco.
Suele darles cada vez que las mujeres conseguimos avanzar en la legalidad de nuestros derechos políticos.
El más reciente supiritaco comenzó con la iniciativa conocida como 3 de 3 contra la violencia, impulsada por las colectivas, Constituyentes CDMX Feministas y Nosotras tenemos otros datos, que en el seno del Instituto Nacional Electoral (INE) fue impulsada por la Consejera Carla Humphrey.
Esa iniciativa, aprobada por el Consejo General, dio lugar a los Lineamientos para prevenir la violencia política de género al interior de los partidos políticos, que exigen que los aspirantes a una candidatura firmen un documento, bajo protesta de decir verdad, que afirme que no están condenados o sancionados por violencia familia, delitos sexuales o son deudores alimentarios.
No habían salido de su incomodidad, cuando Selene Lucía Vázquez Alatorre, aspirante a la gubernatura de Michoacán por el partido Morena, solicitó al INE criterios generales para garantizar que, en las 15 gubernaturas a elegirse el próximo año, los partidos postularan sólo a mujeres, basada en la reforma constitucional de 2019, conocida como Paridad en Todo.
Y entonces sí el supiritaco fue mayúsculo.
El 6 de noviembre, con impecables argumentos, aprobaron el Acuerdo las cinco Consejeras: Adriana Favela, Claudia Zavala, Carla Humphrey, Dania Ravel y Norma de la Cruz; y 3 consejeros: Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Martín Faz (sólo dos votaron en contra: José Roberto Ruiz y Uuc-kib Espadas).
Particularmente en el Senado y en el PAN (hombres en su mayoría, por si hace falta aclarar) han protestado, se han enojado, y han dicho unas cosas más insensatas que otras.
No es novedad, las resistencias han estado presentes, desde que las sufragistas buscaron que se plasmara en la Constitución de 1917 nuestro derecho al voto.
Continuaron con oposición férrea hasta que lo conseguimos en 1953. Pero luego siguieron haciéndolo desde los partidos, al postularnos a cuenta gotas. Les dio el supiritaco cuando en la década de 1990 se hicieron legales las cuotas de género. Y una vez normadas, no tuvieron empacho en eludir, simular, o de plano cometer fraude a la ley.
En 2011 les volvió a dar el supiritaco cuando, desde la Red Nacional Mujeres en Plural, se impulsaron acciones que culminaron en la sentencia 12624, que obligó a los partidos a cumplir con la cuota de género, sin excepciones. Y no fue fácil ni terso conseguir la reforma constitucional en paridad (2014), las jurisprudencias por la paridad vertical y horizontal (2015), la reforma constitucional por paridad en todo (2019) y reformas a ocho leyes generales para prevenir, atender y sancionar la violencia política contra las mujeres por cuestión de género (2019).
Así que el supiritaco no es novedad. Muchos hombres con poder protestan e imponen obstáculos a cada paso por los derechos de las mujeres. La lógica de fondo es la de siempre. Creen que las sillas del poder tienen sello masculino. Y se niegan a aceptar que el poder también es cosa de mujeres.
Pues, sin rubor contestamos: No hay vuelta atrás. Nunca más una democracia sin nosotras a la par.