Deseos y propósitos

¿Ya empezó su año? Pregunto porque la verdad el mío apenas arranca. No sé usted, pero en estas fechas para mí una cosa es lo que dice el calendario y otra lo que dice mi ánimo. Y mi ánimo apenas está quitando un pie del arbolito navideño. Así que aún es momento propicio para formular algunos buenos propósitos.

Le he dado vueltas al asunto. Y es que cuando decidí entrar al tema, lo primero que me dije fue: “¡fácil!, quiero que la ausencia de mi hijo me duela menos”. Y ya estaba a punto de pasar a otra cosa, cuando caí en cuenta que eso no es un propósito, es un deseo. Y entre ambos puede haber un mar de distancia.

No digo que la distancia sea insalvable. Sólo que hay que nadarla. Es más, lo uno nos puede llevar a lo otro. Es decir, el propósito puede ser la balsa o el bote que nos lleve a eso que deseamos.

En otras palabras, no basta desearlo, hay que hacerlo posible. Y para ello, hay que hacer lo posible.

Así que, veamos: si mi deseo es que la muerte de mi hijo me duela menos, lo que me propongo hacer es sonreír al despertar. Sonrío a lo largo del día, he de aclarar, pero me propongo sonreír a la par que el primer respiro consciente. Una sonrisa amplia, de esas que ejercitan los cachetes.

No sé si eso funcione para que la tristeza no me brinque encima apenas pongo un pie fuera de mi cama, porque a menudo se acomoda como abrigo en invierno; pero me parece que, de todas maneras, es un buen propósito para iniciar bien el día. Y también me propongo seguir haciendo lo que ya hago: no regatear ni medio gramo de alegría ni de felicidad a lo largo del día, venga vestida de una canción, de un lindo día soleado o de un abrazo.

Deseo también tener mejor salud.

Verá, con el duelo aparecen enfermedades que, supongo, son una manera del cuerpo para acompañar el dolor. Acaso por eso se llamen “dolencias”. Para ello me propongo retomar el ejercicio y regresar a una alimentación más saludable (porque en eso que hemos llamado “el maratón Guadalupe-Reyes” hago la dieta “P”: panes, pasteles, pastas, ponche, pocas proteínas…). Es hora, pues, de regresar a una dieta más equilibrada.

Y en este mismo sentido me propongo prestar más atención a lo que mi cuerpo necesita. A menudo le exigimos mucho y no lo tratamos muy bien que digamos. Pero cuando nos dedicamos a cuidar a un ser amado que padece alguna enfermedad, es muy fácil olvidar incluso que tenemos cuerpo.

Así pues, me propongo descansar si estoy cansada, llorar si estoy triste, guardar silencio si necesito escucharme, ir al oculista para ajustar mis lentes, entre otras cosas que mi cuerpo me está solicitando de manera amable o no tanto.

Esos son mis principales propósitos del año porque, como comprenderá, aún la tristeza ocupa mucho espacio.

En materia laboral me propongo seguir trabajando en proyectos de empoderamiento de las mujeres, que es lo que más feliz me hace, para lo cual ya tengo algunos planes que me entusiasman mucho. Dedicar tiempo a leer un par de textos que me guiñan el ojo cada vez que los miro. Aprender algo nuevo. Y, claro, acudir puntual a mi cita con usted en estas letras.

Y usted, ¿ya arrancó su año? Cuénteme, ¿cuáles son sus deseos y propósitos?

18/CL

Comparte este artículo

¿Te gusta mi contenido?

Suscríbete para recibir alertas sobre nuevos artículos, eventos, charlas y más actividades. 

Firma Cecilia Lavalle
Skip to content