Hubo una vez un grupo de mujeres que se rebelaron ante la imposición de vestir de negro y sin joyería. Se organizaron y desfilaron por las calles con la ropa más colorida que encontraron y portaron tantas joyas como tenían. Fue en Roma, cuando era un imperio.

Hubo otra vez en que, ante la prohibición para las mujeres de aprender a escribir, un grupo de campesinas inventaron su propia escritura. La bordaban o pintaban en distintos objetos. El Nüshu fue transmitido de madres a hijas a sobrinas a nietas. Fue en China, en el siglo I antes de nuestra era.

También, más de una vez, mujeres israelitas han llevado a la playa a mujeres palestinas pese a la guerra entre sus países. En este siglo.

De igual modo, en este siglo, mujeres iraníes se quitan el hiyab y se cortan el cabello, en protesta por la opresión y en un grito por la vida y la libertad.

En todas las épocas, en todos los rincones, podemos encontrar mujeres organizadas o desorganizadas, en pequeños grupos o en grandes colectivas, exigiendo que ser mujer no signifique opresión, exclusión, discriminación, violencia, muerte; y construyendo igualdad y paz.

Por eso y para eso mujeres de otros tiempos eligieron el 8 de marzo para hacer un corte de caja, ver que se ha sumado y que se ha restado en materia de derechos de las mujeres.

Hace más de un siglo, durante la Segunda Reunión Mundial de Mujeres Socialistas, llevada a cabo en Copenhague, Dinamarca, en 1910, se aprobó adoptar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.

Hace casi 50 años, que la ONU conmemora el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. Desde 1975.

Y hace algunos años que cientos, miles, millones de mujeres marchan en las principales calles de sus ciudades, para exigir un alto a la violencia, para exigir justicia, para dejar en claro que nuestros cuerpos son nuestros, no de las iglesias, no del Estado, para exigir paridad, para, en fin, denunciar las opresiones y exigir los derechos que nos escatiman por ser mujeres.

Pero, sobre todo, nos convocamos para sabernos juntas.

Este 8 de marzo mujeres de todo el mundo estaremos unidas. Algunas reflexionaremos los por qués y los para qués. Otras traeremos a la memoria algunos hitos de la historia de los derechos de las mujeres para, como hicieron campesinas chinas, trasmitir el mensaje de generación en generación.

Acaso algunas estarán unidas en silencio o en solitario, porque hablar o reunirse puede costar la vida.

Es posible que otras utilicen discretamente algo morado, color del feminismo, y con sólo eso nos reconoceremos.

Y también habrá quienes exijan por todas las que no pueden, y griten a voz en cuello, utilicen pancartas y la pañoleta morada con el símbolo del feminismo, o la pañoleta verde con el símbolo del derecho al aborto.

Distintas serán las formas, pero nos sabremos juntas.

Porque no hemos terminado. Y algunas han tenido que volver a empezar.

Porque ningún derecho de las mujeres está garantizado, aún, de una vez y para siempre.

Porque en el mejor de los casos tenemos algunos derechos.

Porque la meta es: todos los derechos para todas las mujeres en todas partes.

23/CL

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Let’s face it, no look is really complete without the right finishes. Not to the best of standards, anyway (just tellin’ it like it is, babe). Upgrading your shoe game. Platforms, stilettos, wedges, mules, boots—stretch those legs next time you head out, then rock sliders, sneakers, and flats when it’s time to chill.