¿Son personas las mujeres?

La respuesta no es tan obvia como parece.

A fines del siglo XIX, la sufragista norteamericana Susan B. Anthony fue detenida por haber votado en una elección presidencial. En su defensa, tras invocar las garantías que otorgaba a todos los ciudadanos la Constitución de su país, dijo: “La única pregunta que queda ahora por formular es, ¿son personas las mujeres? Y yo no puedo creer que algunos de nuestros oponentes tenga la audacia de decir que no”.

¡Y vaya que tenían la audacia! En ese mismo siglo, el filósofo Arthur Schopenhauer, afirmaba sin rubor, que las mujeres éramos “una especie de término medio entre el niño y el hombre que es el verdadero ser humano”.

Esa idea se reflejaba en la vida de las mujeres, no sólo al negarle derechos de ciudadanía, sino también al considerar normal la violencia en su contra.

Feministas y muchas otras mujeres que no se asumían como tales se pasaron un par de siglos trabajando para poner en la agenda pública la problemática. Solicitaban auxilio a las autoridades, cabildeaban para cambiar leyes, se dotaban de argumentos; y, a la par, protegían y ayudaban a mujeres a salir del infierno, a salvar la vida.

Fue hasta 1993, en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos, celebrada en Viena, Austria, que las feministas lograron contradecir en un instrumento con cierta fuerza legal a Schopenhauer.

La reconocida abogada Alda Facio, una de las feministas promotoras de este cambio, recuerda: “Logramos que la Conferencia Mundial dijera que los derechos de las mujeres son Derechos Humanos… se olvida que la violencia contra las mujeres no era considerada una violación a los Derechos Humanos, era una cuestión privada y lo privado no entra en la esfera de los Derechos Humanos (cimacnoticias, 10 de noviembre de 2018).

Alda Facio ha dicho que la Declaración de Viena es el acta de nacimiento de las mujeres como humanas.

Al año siguiente en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (mejor conocida como Belém do Pará), se establece que la violencia contra las mujeres es una violación a sus derechos humanos tanto si sucede en el ámbito público como en el privado.

A partir de entonces el camino para deslegalizar la violencia contra las mujeres ha avanzado de manera desigual; en algunos países lo ha hecho de manera notable; en otros, a cuenta gotas; y en unos más, sigue bien colgada la leyenda “no pasarán”.

México ha sido uno de los países en los que hemos logrado notables avances en el camino legal. Pero en el terreno de la vida real la historia es otra.

Como afirma la prestigiada antropóloga Marcela Lagarde: “las mujeres estamos en situación de emergencia”. En México, en promedio, asesinan a 7 mujeres cada día, se registran 4 violaciones por minuto, hay decenas de miles de mujeres secuestradas cuyo paradero o destino se desconoce, entidades en las que la trata y la prostitución forzada se llevan a cabo como tianguis en domingo, entre otras.

Así que parece que la pregunta está vigente. ¿Son personas las mujeres? Porque, parafraseando a Susan B. Anthony, no puedo creer que nos suelan tratar como cosas, y mi sociedad tenga la audacia de darle permiso.

El 25 de noviembre comienzan los 16 días de activismo contra la violencia de género. Es hora de tomar postura.

18/CL

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Firma Cecilia Lavalle
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