Si ahora algo sobra es incertidumbre. Y suele venir acompañada de angustia y miedo. Por ello quiero compartirle mis claves.
Yo no soy psicóloga ni psiquiatra. Tampoco soy terapeuta ni tanatóloga. Ningún conocimiento científico en el tema me respalda. Soy una mujer de 59 años, que vive en duelo desde hace tres, porque mi amado hijo mayor murió a los 30 años de un cáncer sorpresivo y devastador.
Los ocho meses que pasamos desde que recibimos el diagnóstico, sumados a todos los días después de su muerte, han representado un tiempo de aprendizaje para mí. Lo sigue siendo.
A esos aprendizajes, que hoy sintetizo, les he llamado “claves” –palabra que utiliza mi maestra en temas de feminismo, Marcela Lagarde- porque, como ella dice, las claves no son dogma de fe, sino llaves que abren puertas y ventanas.
Algunas de mis claves se derivan de mi experiencia directa. Otras, alguien las compartió conmigo en esos duros momentos.
Las he dividido en dos temas: Mis Claves en medio de la tormenta y Mis Claves para el duelo. Por motivos de espacio se las compartiré en varias entregas. Tome las que le sirvan y deseche las que no tengan sentido para usted. Aquí van las primeras tres:
- Respire. Si algo nos quita la angustia y el miedo, es el aliento. Empezamos a respirar “cortito” sin darnos cuenta. La clave es que cada vez que tome conciencia haga respiraciones largas. Cuatro tiempos para inspirar, cuatro para retener, cuatro para exhalar. Y hágalo cada vez que se acuerde. Eso tranquiliza y de paso oxigena nuestro cuerpo que en estos momentos hace un enorme esfuerzo porque está en alerta.
Si suele hacer ejercicio este es momento para apelar a la disciplina. Y si no, este es momento para hacer algo que mueva su cuerpo. Bailar una pieza, por ejemplo, estirarse 15 minutos.
- Un día a la vez. Lo que vivimos puede ser muy abrumador, y nuestro afán de mirar a largo plazo se une con nuestras fantasías catastróficas (que pueden tener dosis de posibilidades reales). La combinación nos puede paralizar.
Entonces, demos a cada día su afán –como decía mi abuela-. ¿Qué me trae el día de hoy?, ¿qué tengo que hacer hoy? Sólo hoy. No en una semana, no en un mes. Hoy. Y cada vez que se pregunte: ¿Qué voy a hacer? Piense sólo en lo que tiene o puede hacer hoy.
Si la situación se complica por cualquier motivo, reduzca el plazo a una hora o a media. ¿Qué tengo que hacer en la siguiente media hora? Esta clave impide perderse en la angustia.
- Dosifique las noticias. Sugiero ver noticias en dosis moderadas y precisas, como si fuera un antibiótico de última generación.
No necesita saber más del virus, a menos que forme parte de las personas especialistas en virología o epidemiología. No necesita saber más sobre métodos de intubación y riesgos, a menos que sea especialista en medicina intensiva o algo similar. No necesita sacar cálculos estadísticos de sobrevivencia en su colonia, a menos que su trabajo consista en eso. No necesita saber mucho de todo, a menos que sea periodista y esté cubriendo la información. Si usted no está en el centro de operaciones ni en el centro de toma de decisiones, dosifique las noticias. A mayor exposición mayor angustia.
En la siguiente entrega le comparto algunas más.
Por lo pronto le invito a empezar a escribir las suyas.