La pandemia es como una gran tormenta. Llueve a cántaros y, lo único que atisbamos, son nubarrones y más lluvia. Hay momentos de mi vida que se han parecido a éste en lo esencial: la incertidumbre, el miedo y la angustia. Por eso sinteticé mis aprendizajes en lo que he llamado Claves. En la entrega pasada resumí tres: 1. Respire. 2. Un día a la vez. 3. Dosifique las Noticias. Hoy le comparto cinco más.
Clave 4. Elija lo mejor. En general se nos da muy bien el fatalismo. En esta pandemia si nos dicen que 80% de la población se contagiará, ¿por qué pensamos que formaremos parte de ese porcentaje, y no del 20% que NO se enfermará? Si hay 80% de posibilidades de pasarlo sin problemas en casa, ¿por qué nos pensamos en una cama de hospital?
Mi Clave es que, si hay opciones, elija la mejor. Siempre. Aún en los mementos más duros. Eso nos permitirá enfocar todas nuestras energías a hacer lo posible porque eso que elegimos sea posible.
Calve 5. Concéntrese en el árbol, no en el bosque. Se suele decir lo contrario. Pero, mi aprendizaje es que, en momentos de crisis, ver el bosque puede ser abrumador. Dicho de otro modo, sólo hay que lidiar con lo que podemos. Y hay momentos en los que a duras penas podemos con nuestra realidad más inmediata.
Si usted ha decidido ocuparse de una realidad más grande, sólo asegúrese de no estar evadiendo la cercana.
Clave 6. Acepte despojarse de “lo importante”. Las crisis, sean cuales sean, nos obligan a despojarnos de elementos que creíamos parte consustancial de nuestra identidad o que representaban estatus y autoridad.
En esta pandemia, si hemos de salir debemos hacerlo sin aretes, anillos, reloj; debemos cubrir la cara con cubrebocas y lentes. En los hospitales, los pacientes son un número, y el personal médico va como “astronauta” con apenas el nombre marcado con un plumón negro.
La Clave para mí fue aceptar el despojo con humildad, y encontrar la esencia. Lo que realmente somos, no es la fachada.
Clave 7. Acepte también lo amable. En plena tormenta es vital apreciar lo amable, porque puede representar una especie de oasis o de respiro en el proceso.
A veces son “las pequeñas cosas”, como les lama Serrat: un mensaje en algún papel, una fotografía que nos lleva a un lugar feliz. Con frecuencia son intangibles, como una sonrisa, una mirada amorosa. A veces son más grandes, como una comida con las personas que amamos y que transcurre tan gratamente, como si ninguna nube negra nos atravesara.
La Clave es aceptar esas “pequeñeces” y agradecer como lo que son: preciados regalos de la vida.
Clave 8. Flotar como un corchito. Mi amiga Tere decía que en épocas de crisis había que flotar, como un corchito.
Si usted sabe nadar, sabe que flotar requiere un esfuerzo, el suficiente para no hundirse y, a la vez, para permitir que la corriente de agua haga su trabajo.
Flotar implica, también, aguzar los sentidos, pero desde un estado más calmo.
Flotar también exige confiar. Confiar en que saldremos de la tormenta. En que “esto también pasará”, como señala el mensaje del cuento Sufi.
Mantengámonos a flote. La tormenta terminará. Sin duda. Y podremos encontrarnos en la playa para compartir nuestros aprendizajes.