Hubo en vez en que me sentí muy sola en mis acciones por la igualdad de mujeres y hombres en los espacios de poder. Hasta que nos encontramos. Y entonces todo cambió. Incluida la democracia mexicana.
Quienes hemos elegido nadar contracorriente al trabajar por los derechos de las mujeres, o de otras personas, hemos sentido la soledad que provocan las resistencias y la oposición.
Eso cambió para mí en octubre de 2009 cuando leí que un grupo de mujeres se había reunido para protestar por el fraude a la ley que cometieron los partidos políticos al postular mujeres con el fin de cumplir con la cuota de género y, al ganar, las sustituyeron por hombres.
La reunión de esas mujeres, convocadas por Patricia Mercado y Clara Scherer, entre otras, fue el inicio de lo que sería la Red Nacional Mujeres en Plural, colectivo al que pertenezco desde marzo de 2010.
Al principio el grupo no tenía nombre. Simplemente nos fuimos encontrando, convocando, congregando y abrazando como cuando se encuentra a las semejantes.
El 10 de julio de ese año celebramos una asamblea en la Ciudad de México, en la que nos dimos reglas básicas, y acordamos trabajar por la paridad en todos los espacios de toma de decisiones.
Meses después en correspondencia electrónica, alguien escribió que “la mujer” no sé qué. Y otra se apresuró a argumentar que no existía tal cosa como “La mujer”, que mujer es en plural. Y en un juego de palabras encontramos nuestro nombre: Mujeres en Plural.
Somos un colectivo diverso, conformado por mujeres que habitamos en distintos estados de México, provenimos de distintos ámbitos profesionales, tenemos diferentes creencias, ideologías, formas de pensar y de ver la vida. Lo que nos une es la decisión de trabajar por los derechos políticos de las mujeres, en especial por construir paridad, convencidas de que es una condición para erradicar la exclusión estructural de las mujeres.
Y ha sido toda una experiencia trabajar de forma colaborativa, horizontal, tomar decisiones por consenso, disentir –a veces duramente-, construir argumentos juntas, y poner al servicio de la causa lo mejor de cada una.
Entre nuestros principales logros se encuentran: la impugnación que dio lugar a la sentencia 12624, que comenzó a tirar el muro de la exclusión en los partidos políticos (2012); la reforma constitucional por la paridad (2014); las reformas en ese mismo sentido en los estados del país (2014-2015); las jurisprudencias que garantizaron paridad vertical y horizontal, y el interés legítimo (2015); la reforma constitucional para que en elecciones por usos y costumbres se garantizaran los derechos políticos de las mujeres (2015); protocolos para atender la violencia política de género (2015-2019); y la reforma constitucional para la conformación paritaria en cargos de toma de decisión en los tres poderes y los tres niveles de gobierno (2019).
Han transcurrido 10 años. Y en el balance no podemos estar más contentas, porque en alianza con otras agrupaciones, y con mujeres y hombres con liderazgo político, hemos cambiado diametralmente el escenario de la participación política de las mujeres.
Estamos cambiando la democracia mexicana a partir de la inclusión paritaria de las mujeres en los espacios de toma de decisiones.
¡Por eso celebramos! Y seguimos haciendo camino al andar.