A Cecilia Hernández Zepeda, mi científica favorita.
Hace unos días el mundo de la ciencia daba a conocer las primeras fotografías de un hoyo negro. En general, las notas al respecto lo destacaron así: “Es un logro inmenso de los científicos…”
Y me pregunto si sólo había hombres en ese equipo. Me pregunto si no había científicas en el proyecto Event Horizon Telescope (EHT), integrado por una red de ocho observatorios.
No, no es un asunto menor.
Al nombrar este tipo de logros en masculino “es un logro inmenso de los científicos”, ¿cuántas personas pueden imaginarse a un grupo de mujeres? Puedo apostar que la inmensa mayoría se imaginó sólo a hombres. O ni siquiera pensó en ello, porque se da por descontado que se trata de hombres.
A eso le llamamos la invisibilización de las mujeres. No es que no haya científicas, es que se vuelven “invisibles”, porque en principio no se les nombra, lo que permite que se les borre de la historia (cuando no se les borra a propósito, quiero decir).
¿Había escuchado de Caroline Lucretia Herschel? Fue la primera astrónoma en descubrir un cometa.
Nació en Alemania en 1750, y con su hermano William (un músico aficionado a la astronomía) construyó su propio telescopio, que al parecer fue 20 veces más potente que los de su época.
Su hermano –y no Caroline- pasó a la historia como descubridor de Urano y por identificar más de 2 mil 500 nebulosas. Y que conste que trabajaron juntos. Mano a mano. O, mejor dicho, ojo a ojo.
Porque la vida de vueltas, Caroline Herschel se independizó de su hermano, y a los 37 años de edad ya tenía su propio pequeño observatorio desde el cual descubrió la sexta y séptima luna de Saturno y también hizo el cálculo de la rotación del anillo de ese singular plantea. El 1 de agosto de 1786 encontró su primer cometa.
Finalmente fue reconocida por la Royal Astronomical Society, que le otorgó la medalla de oro tras publicar dos inmensos catálogos de objetos del universo. Varios cometas y al menos un cráter de la luna llevan su nombre.
¿Sabía de ella? Apuesto que no. Yo me enteré por el maravilloso libro de Irene Cívico y Sergio Parra, “Las niñas son de ciencia. 25 científicas que cambiaron el mundo”, Ed. Penguin Random House.
Dos siglos transcurrieron para que supiéramos de Caroline Lucretia Herschel. Y acaso lo mismo le hubiera pasado a Katie Bouman, a no ser por las Redes sociales.
La Doctora Bouman es una joven de 29 años, experta en ciencias computacionales. Ella creó el algoritmo informático que permitió descifrar la imagen de ese hoyo negro localizado a 500 millones de billones de kilómetros de la tierra.
Ella compartió una fotografía en su perfil de Facebook, en la que se ve emocionada mientras se descarga la imagen. Y escribió: “Mirando con incredulidad cómo la primera imagen que he hecho de un agujero negro estaba en proceso de ser reconstruida”.
Tras la difusión de la imagen del hoyo negro, la doctora Bouman se volvió tendencia en twitter y distintas notas de ella circularon en Face.
Seguramente no es la única científica que contribuyó de manera decisiva a este “logro inmenso”. Sólo que ella subió su imagen a las Redes.
Es hora de poner un alto a la invisibilización de las mujeres. Es hora de saber de las científicas que participaron. Es hora de leer: “Es un logro inmenso de científicas y científicos”.