Pertenezco a un sexo al que le han dicho a lo largo de la historia, una y otra vez, que hay sueños imposibles, irrealizables, utopías. Y sin embargo…
Y sin embargo basta con mirar nuestra historia, la de las mujeres para encontrar más de una utopía hecha realidad.
Las mujeres nacimos sin los privilegios que representaba el sólo hecho de nacer hombre. Y al pactarse lo que hoy conocemos como derechos humanos, ni se despeinaron al dejar a la mitad de la población –las mujeres- sin ellos.
Leer y escribir, ir a la escuela, el saber, tener propiedades, dinero, poder… Cada derecho hemos debido conseguirlo las mujeres nadando contracorriente, superando enormes resistencias, y oyendo todo el tiempo: “¡ni lo sueñes!, ¡es imposible!, ¡es una utopía!”
En la época que me ha tocado en suerte vivir, he atestiguado más de una vez que las utopías son posibles; pero para hacerlas posibles, hay que hacer incluso lo que parece imposible.
Hacia la década de 1990, mujeres mexicanas trabajaron, argumentaron, cabildearon por conseguir que las mujeres tuvieran igual acceso a las oportunidades de ser postuladas a cargos de representación popular.
Es decir, reclamaban su derecho a tener igual acceso a cargos de toma de decisiones, y evidenciaban que bajo mil pretextos, enterrados en una docena de prejuicios no eran postuladas por los partidos políticos en iguales condiciones; es más, si las postulaban lo hacían en posiciones en las que jamás llegarían al poder.
Cuando me sumé a estos esfuerzos miré hacia atrás para comprender mejor, y vi con toda claridad cómo a cada “¡estás loca!, ¡eso no va a suceder jamás!, ¡es una utopía!” decenas o cientos, a veces miles de mujeres, contradijeron, en los hechos, semejante mentira.
Con esos aprendizajes y con otros, en 2009 se formó la Red Nacional Mujeres en Plural, a la que pertenecemos mujeres diversas y plurales, de casi todo el país, con una sola meta: Trabajar por la Paridad, por el derecho de las mujeres a ocupar la mitad de todos los espacios de toma de decisiones.
Y “la utopía” se ha vuelto realidad muchas veces.
En 2011 se interpuso un juicio de impugnación que dio lugar a la sentencia 12624 que le abrió un boquete al muro de la exclusión.
En 2014 se consiguió la reforma Constitucional para garantizar la Paridad en cargos de elección popular.
En 2015 mediante sendas jurisprudencias se logró garantizar la paridad vertical y horizontal en las postulaciones a cargos de elección popular, y también una reforma constitucional para establecer que los “usos y costumbres” no están por encima de los derechos políticos de las mujeres.
En 2017 se logró establecer paridad en distritos de mayoría indígena.
Y ahora, en 2019, el 14 de mayo en el Senado, y el 23 en la Cámara Baja se aprobó una reforma constitucional, sin precedentes, que garantiza paridad en los altos cargos del Poder Ejecutivo y Judicial, en los organismos autónomos, tanto en el ámbito federal como en el estatal, en elección de ayuntamientos con mayoría indígena.
Esta reciente iniciativa de reforma representó un despliegue de talento, insistencia y resistencia de legisladoras feministas, de Mujeres en Plural. Y, sobre todo, representó un ejemplo maravilloso de sororidad.
No hemos terminado. Pero ya sabemos: ¡Las utopías se cumplen! Y no sólo eso, ¡abren camino a nuevas utopías!